Patrick Winter, un joven sudafricano, ha sido recientemente dispensado de servir en el ejército de su país a causa de su estado mental. Tras sufrir una experiencia traumática en la vecina África del Sudoeste,  regresa a Sudáfrica para enterarse de que su madre tiene un nuevo amante, esta vez un hombre negro poco mayor que él. Patrick inicia un largo camino de vuelta a África del Sudoeste, ahora Namibia, para visitar a Godfrey, el novio de su madre.

El telón de fondo lo proporciona el momento histórico que vive Namibia que, a punto de celebrar sus primeras elecciones libres, es reflejo de la liberación que Patrick busca alcanzar. El activismo político y el ambiente victorioso que vive el país, contrasta con su inmovilismo. Entrar en contacto con activistas de la SWAPO, el partido político que se presume vencedor en las elecciones, le hace plantearse qué tipo de hombre desea ser.

Esta experiencia será para él un viaje hacia su propio pasado, viaje en el que Patrick deberá enfrentarse a sus conflictos internos y comenzar a tomar decisiones por sí mismo, lejos de la protección de una madre con la que cada vez tiene menos en común.

Un escritor asombrosamente sensible’

– Irish Times

‘Damon Galgut es un escritor de inmensa claridad y control. Su prosa parece como si hubiese sido horneada a través de un crisol, consumiendo todo el exceso de comodidad hasta que solo la pureza dura, concentrada permanece… Escritura aterradoramente precisa.’

– Daily Telegraph

‘Damon Galgut es un escritor de extraordinario control, un cuentacuentos que une una prosa sobria y concisa con sencillos momentos de vívida intensidad. En El Hermoso Chillido de los Cerdos ha creado un retrato evocador, inteligente e inolvidable de la relación entre la gente en un momento de gran agitación e inminente cambio en África del Sur.’

– Joseph Schreiber, Rough Ghosts

‘Galgut puede perturbar las suposiciones y deseos del lector a través de la intensidad del foco del libro y del poder que otorga a cada frase y a cada gesto narrativo.’

–  Matthew Cheney, The Mumpsimus