Dibujo desde que tengo memoria y de pequeña creía que podía dibujar a gente que conocería en un futuro.
En 2002 terminé el bachillerato artístico y empecé la carrera de diseño, así como a pintar graffitis.
En 2007 acabé Diseño y me dio mucha claustrofobia el hecho de tener que encerrarme en un estudio de diseño a trabajar. En aquel momento creo que pensaba que era lo peor que me podía pasar.
En 2008 empecé a estudiar Filosofía y dejé de dibujar. Lo combiné con trabajos de todo tipo que no me gustaban nada.
En 2010 las cosas empezaron a ir mejor y conseguí ser becaria de la universidad, pero lo dejé para trabajar de diseñadora gráfica a media jornada y poder combinar más cómodamente mi trabajo con las clases. También me abrí un blog para dibujar y alquilé un taller para comprometerme conmigo misma.
En 2012 empecé a hacer fanzines, colaboraciones, expos y comencé a trabajar en la biografía de Carmen. Cuando todo esto empezó yo seguía estudiando Filosofía y mi vida emocional era un caos ingobernable. Era de esas personas que son sospechosas porque siempre tienen novio. De ésas que no saben estar solas.
Así que como conmigo todo era bastante 2+2=4, leía bastantes libros de autoayuda (la mayoría bastante infumables) e iba a una psicóloga que me ayudó mucho.
Uno de esos libros era El camino del artista, que de vez en cuando vuelvo a consultar porque está muy bien. Ese libro explicaba lo de las sincronías, que tenía que estar atenta y seguir las señales que se me presentaban para no bloquear mi flujo creativo. Así que estuve muy atenta a todas las coincidencias e intuiciones que tenía. Cuando me enteré de que Carmen y mi novio nacieron el mismo día lo viví como una especie de revelación apoteósica que me ayudó a tener el suficiente empuje y determinación para acabar el proyecto y creer en él, aunque tuve muchos momentos de dudas. Me da la risa porque quise utilizar con Carmen el mismo método que usaba un psicólogo conmigo: quedarme callada y dejar que lo que se tuviera que manifestar, se manifestara. A veces funcionó y otras veces no me lo pareció.
