La reciente edición íntegra por parte de Norma Editorial, en siete gruesos volúmenes, ha permitido a los lectores españoles el verse acompañados durante meses por Katchoo Choovanski, Francine Peters, David Qin y el resto de personajes, algunos secundarios y otros meramente anecdóticos, alrededor de los cuales Terry Moore ha urdido un universo creíble y verosímil que se ha ganado la devoción de lectores de todo el mundo.

Y es que Strangers in Paradise es uno de los ejemplos paradigmáticos de llamado slice of life o "trozo de vida": narraciones que desde la ficción, usando sus herramientas creativas, tienen por objetivo principal imitar la vida real, con sus incongruencias y sus imperfecciones, sus carencias y sus agujeros negros. Influenciados por escritores realistas como Raymond Carver y por el cine independiente norteamericano -el primer corto y el segundo largo de Jim Jarmusch se titularon precisamente Stranger Than Paradise, pero no olvidemos a Hal Hartley, Tom Dicillo o Kevin Smith-, los cómics slice of life acabaron influyendo a su vez en la narrativa y el cine, con nombres como Daniel Clowes, Petter Bagge, Adrian Tomine, Joe Matt, John Porcellino, Jeffrey Brown o los hermanos Hernandez. Una nómina a la Strangers in Paradise, por sí sola, permite a su autor sumarse con orgullo.

La serie que arrancó en 1993 y que en 1996 obtuvo el premio Eisner ya ha llegado a su conclusión, un final que mucho nos cuidaremos de desvelar aquí, y donde las vidas de sus tres protagonistas principales vuelven a confluir después de multitud de encuentros y desencuentros que han permitido a su autor explorar las posibilidades narrativas de la fusión de géneros -la comedia, el melodrama, el thriller policíaco- y la miscelánea de estilos literarios y recursos formales.