La ópera prima de Antonio Bueno desgrana miedos, frustraciones, amistades interesadas, contradicciones sociales y luchas internas buscando la libertad plena. Echa mano de su innegable creatividad para dar rienda suelta a ideas y pensamientos vitales, en ocasiones, directamente existenciales.

Envuelve su obra en un periplo sustentado en un permanente ‘Ser o no ser…’ -¿Parálisis, resignación o resiliencia? esa es la cuestión-, en una apuesta escénica enmarcada en personajes que se critican, aman y necesitan. Bueno se atreve con rotunda valentía a desnudarse en cada párrafo y bordar un hilo argumental lleno de vida -la propia y la ajena- desde el ¿cómo me veo, cómo me ven…? Con el pudor justo, sacando a relucir con audaz libertad las vicisitudes de toda una vida que transita hábilmente desde la infancia a la edad adulta, con un sinfín de estadios personales impregnados de virtudes, defectos, realidades y anhelos.

Estamos ante una versátil puesta en escena convertida en una sorprendente catarsis personal, que lleva al lector a recrearse en el pasado y presente de un protagonista en plural, significando una sociedad injusta, a veces cruel, que deja cicatrices narradas con una intencionada jovialidad, que proyecta el autor sumergiendo la trama en diferentes estereotipos que habitan en un mismo ser, que gravitan en un controvertido triángulo que combina el deseo de crecer ante la adversidad impuesta, batallando contra el corsé de las perniciosas reglas establecidas en círculos sociales y familiares. La potente duda existencial que subyace, provoca una reacción interna que invita a preguntarse ¿quién fui, quién soy, quién quiero ser?

‘Pensión Loly, no va de boas’, está preñada de humor e ironía en una mezcolanza de ideas que desatan pasiones, girando sobre la base de una estructura pergeñada para hablar de la vida, con todos sus rincones, recovecos y aristas en ámbitos aparentemente inofensivos: familia, trabajos, amistades, educación, religión, viajes, ciudades, sexualidad, etc…

Una obra llena de verdad y de arañazos vitales, con pros y contras en etapas de vida reídas y lloradas que no le dejarán indiferente. El autor, en su actitud deliberada, invita a ser uno mismo, de manera absolutamente libre, sin olvidar a los seres que habitan en nuestra, a veces, traicionera y contradictoriamente mente.

‘Pensión Loly…’, no es una pensión al uso, más al contrario, está parida de la simbiosis propia que emana de atajos y carreras de fondo permanentes…