En el momento de su primera edición, esta obra se enfrentaba a la ausencia de revisiones críticas sobre la auténtica capacidad transformadora de los grupos de hombres y de lo que los rodeaba. Lanzando la pregunta incómoda sobre si reformar, transformar o abolir la masculinidad, Jokin Azpiazu buscaba romper con la comodidad autocomprensiva con la que se estaban invistiendo tanto este fenómeno como la noción de «nuevas masculinidades».

Pasado el tiempo y tras numerosos debates, el foco parece haberse desplazado y la reacción machista y patriarcal frente a los avances feministas ocupa cada vez más espacio social. En este sentido, los procesos introspectivos e identitarios que han caracterizado la «revisión de la masculinidad» no parecen haber conseguido transformaciones sustanciales ni horizonte alguno de cambio radical.

Si bien es mayor y más visible la adscripción de algunos sectores de hombres a acompañar los discursos feministas, no da la impresión de que esto se corresponda con una modificación palpable de las relaciones de poder. A la vez, es perceptible el retroceso tanto de las iniciativas autónomas como institucionales en torno al abordaje de la masculinidad, sin que se vea una evolución discursiva ni práctica respecto a la eclosión de los grupos de hombres que caracterizó un determinado ciclo.

El diagnóstico de Masculinidades y feminismo cobra si cabe mayor vigencia en el contexto actual y, sobre todo, lo coloca una vez más como uno de los puntos de partida para reelaborar la crítica sobre la relación entre los hombres y el feminismo. En esta reedición ampliada, con un prólogo de Mari Luz Esteban, se incluye un nuevo texto en el que no solo se repasan los debates provocados por el libro, sino que se apuntan los debates contemporáneos que deberían dar lugar a prácticas radicales y transformadoras.