La novela que me marcó cuando era adolescente
Pedro. Jul 2013. Madrid (España)

No he podido dejar de sorprenderme y alegrarme al encontrarme con la reedición de esta maravillosa novela. Volver a leer sus primero párrafos fue llevarme veinte años atrás, allá por el año 1994, cuando la leí por primera vez. Por aquel entonces yo era aún menor de edad y vivía muy, pero que muy dentro de un oscuro armario. Un día fui a Madrid desde mi pueblo extremeño y allí me atreví, no sin pensármelo mucho y bastante nervioso, a entrar en la Librería Berkana, que estaba por aquel entonces en la Plz. de Chueca. De aquella visita me llevé un solo libro, de portada que me pareció escandalosa. Se trataba de “El Gladiador de Chueca”. Cuando volví a mi casa forré el libro con el papel más grueso que pude encontrar y comencé su lectura en secreto, procurando no ser descubierto ni por mis padres ni por mis hermanos. Por las noches, encerrado en mi habitación o en algún lugar umbrío y solitario, alejándome del pueblo con mi bicicleta, seguí excitadísimo las andanzas del chapero sin nombre de la novela de Carlos Sanrune. Cuánta excitación, cuánto vicio solitario para calmarla. La leí, creo, tres o cuatro veces, y algunos pasajes que me excitaban especialmente, los llegué a leer una decena de ocasiones. Creo, incluso, que llegué a enamorarme del personaje… en fin, cosas de la adolescencia y de la represión en la que vivía. Nunca olvidé esta novela, que me marcó especialmente. Por eso, ahora, cuando la he visto reeditada, no he podido evitar que mi mente y la añoranza me lleven hacia atrás, a los años en que yo era aquel muchachito reprimido y deseoso por conocer todo un mundo que intuía, pero que se le hacía lejano, inasequible. Bienvenida sea la reedición. Aunque todo ha cambiado demasiado, espero que algunos jóvenes de hoy día puedan descubrirla y disfrutarla como yo hice. Incluso estoy tentado a recomendarla como lectura a mis alumnos de literatura, aunque no creo que me atreva.