Compartir el frío es un libro dividido en tres partes. Una novela en tres actos. Poemas que entendemos como una liberación: un diario de recortes y fragmentos; un tarot de cartas rotas e invertidas; ilustraciones arrancadas de libretas o trazadas sobre páginas arrugadas donde el sexo se confunde con la nostalgia. Un mapa de fracasos y pequeñas victorias.

En La primera sed, una suerte de bildungsroman, Miguel Rual reflexiona sobre la construcción de su propia persona mediante el descubrimiento del primer deseo adolescente. La inocencia que se transforma en algo más violento: morir de sed al lado de la fuente.

Tierras raras disecciona íntimamente su relación a través de poemas ligados entre sí por un mismo lugar de origen: la certeza de que aunque tuviésemos todo el tiempo del mundo seguiríamos siendo dos extraños.

Cartas de cumpleaños, la sección que cierra el libro, se debate entre la crónica de un final y una autopsia. El diario de un derrumbe interior: ¿es cómo te hago daño quien realmente soy?